viernes, 9 de junio de 2017

Solicito secretaria*

Los sopes y las cervezas han acabado con la última quincena de Carina. Poco antes de las nueve de la mañana, ella entra al consultorio; viernes, uno: la recibe el calendario -sobre la rústica mesa de madera, que hace juego con los ventanales- con la imagen de la Virgen de Guadalupe; ¡qué rápido llegó junio! 
      Un niño, tras darle la espalda a su hermana quinceañera, toca el reloj de Carina y, a punto de lamerlo, a esta última le acerca un dibujo -en blanco y negro- de lo que parece ser un elefante, rodeado de enormes árboles y de caras sin labios.
      Collares, medicinas, camas, huesos bañados en químicos con sabor a tocino, trajes, pelotas, jaulas, gatos y perros en la portada de una revista -por medio de la que se intenta crear conciencia en sus lectores, animándoles a adoptar y a esterilizar-, todo se une al conductor del programa televisivo, al llanto del pequeño que se ha caído de la silla, y al carro que pasea por la empedrada y no muy transitada calle.
      -¿Señorita Alvarado? -pregunta un joven con uniforme de secundaria-. Adelante, por favor.
      -Doctor, necesito el trabajo, para poder pagar mi escuela y colaborar con los gastos de la casa; tengo tres hermanos, yo soy la mayor -afirma Carina, sentada, tambaleando sus piernas; le sorprende un agujero en el cuello de su blusa.
      -Cuéntame más de ti -propuso el veterinario, rozando el bolsillo de su bata.
      -He sido mesera, cajera, vendedora; esta sería mi primera experiencia como secretaria; adoro a los animales, también podría bañarlos, cortarles el pelo -en la pared recién pintada, el retrato de un hombre ensimismado entre la nieve, le ahuyenta las palabras.
      -¡Ah! El de la foto soy yo, obviamente, sin canas -ríe al ritmo del paciente ventilador; su escritorio, intacto, reluce al igual que sus manos, que cada una de sus uñas. Carina rememora la mesa de su habitación (que alguna vez usó para hacer sus tareas escolares), cubierta de playeras, pantalones y vestidos empolvados-. ¿Qué estudias?
      -Pronto seré chef -el intruso televisor de la sala de espera apunta su sien.
      -¡No me digas! Justamente en estos días le comenté a mi madre que, además de una secretaria, necesito a alguien que se encargue de tener lista la comida; sabes, en mi situación, médico, viudo, con tres hijos, no resulta muy fácil organizarse -se rasca la nuca al percatarse de la telaraña en el techo-. A estas alturas lo que más deseo es una vida estable -su asiento empieza a quemarle el pantalón. Suena el teléfono.
      -Sí, mamá, al salir del consultorio te compro las medicinas -afirma con voz arrulladora; termina la llamada, toma su bastón y, sin cambiar el tono, le dice a Carina:
      -Ven, quiero mostrarte algo -al caminar y subir las escaleras, ella nota su cojera en la pierna derecha, que le ha acompañado desde sus primeros pasos-. Aquí está la cocina; podrías venir cada día, trabajar a tu ritmo, nadie te molestaría; cada semana iríamos juntos a comprar los ingredientes -las mismas caras (alrededor del mismo elefante) le sonríen, ahora sobre el comedor revuelto de huevos con jamón-. Carina, ¿crees en el matrimonio?, ¿crees en el amor?

*"Solicito secretaria", del libro "De aquí y de allá" (de ensayos y relatos), de su servidora.

http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:190671

http://elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/22069-vereda-anonima





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