jueves, 26 de noviembre de 2015

Me como un dulce,
mientras me veo en tu poema,
e interrumpo al poema,
para pedirle al dulce
que me alivie un poco la amargura
por no tenerte,
ahora,
cuando más me tienes cerca.
Siempre estamos solos,
sin embargo,
al escribirnos,
nuestras manos se tocan.
Impotencia:
motor de palabras.
Cuando el blanco me persigue, me reconforta pensar que al leer encontraré mis palabras.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Todos por nuestro idioma español

Muchísimas gracias, María Salazar, David Sánchez, Ana Marcano, Juan Jiménez y César Ramírez, por sus amables preguntas.

-“¿Es Dubai o Dubái?”.
Por ser voz aguda acabada en vocal, el nombre de este emirato árabe debe escribirse con tilde: “Dubái”.


-“¿Existe la palabra chisporrotear?”.
La definición que de “chisporrotear” nos da el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) es: “dicho del fuego o de un cuerpo encendido”, “despedir chispas reiteradamente” (Los gruesos leños chisporrotean en la chimenea). Sus derivados son “chisporroteo” y “chisporroteante”. No deben usarse las formas “chisporretear”, “chisporrear” ni sus derivados correspondientes: “chisporreteo”, “chisporreo” y “chisporreante”.

-“¿Se escribe huarache o guarache?”.
Tanto “huarache” como “guarache” son grafías válidas para referirnos a una “sandalia tosca de cuero”.

-“He leído ‘intimar’, pero creo que también se puede decir ‘intimidar’, ¿verdad?”.
“Intimar” e “intimidar” son vocablos que tienen diferente significado. En su uso más general, “intimar” significa “establecer con alguien una relación de confianza y amistad”, por ejemplo: Se había esforzado por intimar con Mariana.
“Intimidar” significa “atemorizar(se)”, por ejemplo: El hombre los intimidaba por su corpulencia.

-“¿Ofrecer u ofertar?”.
Ambos vocablos son correctos, sin embargo, se utilizan en situaciones distintas. La voz “ofertar” se usa “en una promoción de ventas”, para “ofrecer durante tiempo limitado algún producto en condiciones ventajosas para el comprador”, mientras que “ofrecer" tiene que ver con “comprometerse a dar, hacer o decir algo”, “presentar y dar voluntariamente algo” o “manifestar y poner patente algo para que todos lo vean”.

*Facebook: Correctora de estilo Isla de Margarita.

http://elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:159639

http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/13299-vereda-anonima

jueves, 5 de noviembre de 2015

Al escuchar "Lloran las ramas del viento", una de mis melodías favoritas, pienso que, sin duda, la tristeza es la madre de la belleza, es decir, del amor.


Por allí leí que si en la vida todo fuera bonito, paz y amor, la humanidad no avanzaría, lo que me pareció absurdo, sin embargo, ahora que, con mis lágrimas, mis manos han vuelto a la página -hasta hace segundos blanca- de mi cuaderno, sólo puedo decir que lo absurdo sería creer en las letras que se han plasmado sin antes haber conocido el dolor.

martes, 3 de noviembre de 2015

Ungüento para el alma

Caminar por la playa con mi papá es de los momentos que más disfruto, y cada vez que lo acompaño doy gracias a la vida por tan maravilloso regalo. Desde que iniciamos nuestro trayecto hasta que lo finalizamos, la lengua no nos para. Ninguna hora (lo que dura nuestro recorrido) es predecible; una puede ser toda risa (le encanta contar chistes), y otra puede resultar una mezcla de sentimientos que no sabría cómo describir.
     Ayer lunes llegamos un poco más tarde de lo acostumbrado (las sábanas de un domingo relajado no querían soltarnos), pero el sol -que ya quemaba- no nos desanimó. Calentamos un poco nuestros huesos antes de iniciar la marcha y, al saludar los primeros pasos, una vecina voz femenina deseó haber ganado la lotería, lo que bastó para que mi papá recordara una de esas historias que renuevan los corazones.
     Hace más o menos unos cuatro veranos, en una ciudad libanesa, el dueño de un puesto (que aquí, en Venezuela, conocemos como quiosco) en el que vendía periódicos, revistas y billetes de lotería, cada día, muy temprano, recibía a uno de sus mejores clientes que, sin falta, le compraba uno de estos últimos. Una mañana no llegó, y el comerciante, sin dudar, escogió uno y se lo guardó. A la siguiente mañana tampoco apareció y el billete seguía, intacto, en el bolsillo de su pantalón, sin embargo, pronto tuvo que tomarlo para revisarlo, y confirmó que había resultado ganador.
      Al amanecer, su amigo por fin aterrizó en el quiosco y explicó que una emergencia familiar lo alejó de casa. El vendedor, rozando el billete, callaba, le escuchaba; al darle la gran noticia se abrazaron y las lágrimas de ambos no tardaron en asomarse. Su cliente no podía dejar de pensar que, con el fin de que se quedara con el premio, su compañero fácilmente hubiera podido decir que era su billete; no podía dejar de pensar y pensar en eso, quedando literalmente paralizado ante tanta sinceridad; al recibir el dinero, le entregó una gran parte. La noticia sobrepasó las fronteras.
      Cuando mi papá terminó de narrarme lo sucedido, quedé sin palabras (¡y qué podía, qué puedo decir ante tanta limpidez!). El mundo está tan contaminado, hay tanto odio, tantas injusticias, tanta envidia, tanta violencia, tantas divisiones, tantas guerras, tanto, tanto, tanto de todo lo malo, que esto se convierte en algo más que una tregua; en algo más que una historia que nos llena de esperanza al demostrarnos que aún hay gente buena; en algo más que un bonito y ejemplar relato; ¡se convierte en un verdadero ungüento para el alma!


*Este texto se publicó en noviembre de 2012.

http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:158976