Para Ali El Laden Mourad, mi papá, desde siempre mi inspiración para escribir, y más hoy en su cumpleaños. Te amo, papi. Felicidades.
Llegamos cada día a este parque,
puede ser antes o después del mediodía,
depende del clima y de las tareas con mi hijita.
Cae una rama frente a nosotras,
vemos al mismo hombre,
a veces sobre el banco,
otras sobre la silla,
una que otra vez leyendo el periódico,
lo que me asombra:
desde lejos le tomo una foto
y de inmediato se la mando a mi papá,
emocionada,
afirmándole que,
en casi cinco años en este país,
es la tercera vez que veo a alguien con este medio impreso.
Cae un pétalo
después de rozarlo con mi hijita
y ella lo observa sobre la tierra
y la consuelo diciéndole
busquemos otra rosa.
La reunión de los no más de cinco hombres mayores,
de camisa y pantalón,
uno siempre de traje,
me lleva a imaginar que hablan
de la situación política cada vez más inestable.
Rozamos otro pétalo,
esta vez menos seco,
esta vez no cae.
Mi hijita le sonríe al señor del periódico,
mueve sus manos para saludarlo,
pero él parece no mirar,
mantiene su seriedad
mientras parece descansar de la lectura
para preguntarse sobre la vida
mientras parece perderse entre el silencio de los pájaros
y el grito de los árboles
sobre el agua sucia del río Berdawni.
Zahle, 19 de octubre de 2022.