sábado, 19 de diciembre de 2015

Buenos días, queridos contactos. Estoy a sus órdenes para corregir textos en español. Gracias por su atención. Un abrazo.

viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Cómo agregarle un abrazo a una postal?

La felicidad tenía que ser otra cosa

Muy decidida, caminando a la panadería, me sorprende una voz:
     -¡Hoy no leeré el periódico!
     Antes de llegar al establecimiento, vuelven a asaltarme unas palabras de la novela que estoy leyendo, que no me han dejado desde hace no más de una semana, y que ahora me doy cuenta de que las estoy repitiendo como si se tratara de una de esas rancheras que a diario canto con tanta pasión cubierta de algo muy cercano a la nostalgia: “La felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer”.
     ¡La felicidad! Ahora, para mí, ésta sería llegar a la panadería, como lo estoy haciendo, comprar un pastelito de queso (para los que no son venezolanos, éste es un hojaldre salado que acostumbramos sobre todo en el desayuno), mi café marrón claro grande y… ¡no, no, no!, hoy no pediré el periódico, ¡hoy no!
     Este día quiero pensar solamente en mi rico desayuno y volver mi vista y mi concentración a la novela que continúo leyendo. Escojo una de las mesas al aire libre. La paz me envuelve al sentir la brisa matutina que dice que quiere llover. Veo a una señora cincuentona, muy seria, como peleándose con su celular, haciendo caso omiso al periódico que, frente a sus brazos, está a punto de volar. Muerdo mi pastelito, ¡mmm!, no me aguanto y exclamo justo esto, y no mentalmente. Sí, ¡esto es felicidad! (ahora también exclamo, pero es más un susurro).
     -¿Me da ochenta bolívares, señora? –me pregunta un indigente, de no más de treinta y cinco años, deteniendo mi lectura.
     -No, señor, disculpe, ahora no puedo.
     -¿Setenta? ¿No? ¿Cincuenta?
     Al escuchar mi misma respuesta, da unos pasos y, sin disimular, toma la propina que reposaba en una de las mesas ya desocupadas. Los clientes, espantados, viendo al personal que aquí trabaja, señalan al hombre, quien va alejándose de nosotros, sin prisa, moviendo sus labios, aun estando con nadie; quien va alejándose y, sin ir muy lejos, detiene su cuerpo para mirar hacia la avenida, como esperando algo o a alguien.
     Vuelvo al libro y, como si la página me hubiera estado “esperando”, leo lo que de inmediato transcribo: “Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.
     Los clientes, ahora ya calmados, parecen haber olvidado lo sucedido; han vuelto a hablar, a gritar; algunos nada más suspiran, mientras sus niños lloran, corren, destrozan.
     Con mis ojos de nuevo sobre el periódico que aún no ha volado, imagino algo (exagerado, cierto, pero lo imagino): En una de sus páginas, veo el robo que todos acabamos de presenciar; veo la cara de los que vimos, de los que señalamos, de los que callamos o hablamos en silencio; veo la cara pálida, ese todo desconsolado y las manos temblorosas de aquel hombre. Con mis ojos aún allí, sigo viendo, y de alguna manera siento que hoy he leído el periódico, que no es más que la insoportable realidad de la vida que esta mañana, aunque tanto lo he esperado, no he logrado evadir. E inevitablemente, ahora solo cubierta de nostalgia, regresa: “La felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer”.
*Texto publicado en julio de 2013.

http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:161071

http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/13791-vereda-anonima

miércoles, 9 de diciembre de 2015


Soñé con tu foto en mi foto,
pero sentados bajo los cafetales de Suchitlán.
Pedimos chocolate caliente y otro pan.
Y llegó el queso fresco.
Y llegó el chile relleno.
Y llegaron los chilaquiles.
Masticar
rozó nuestras cabezas y,
dejando de lado mi foto en tu foto,
nos volvió sonrisas,
rebelando aún más nuestros cabellos.
Y mientras murmuraban el
"1, 2, 3"
para nuestra primera foto,
llegó otro pan,
pero ahora celebrando que nuestros labios
por fin se encontraban.

Dos destinos

Nuestras maletas:
refugio de abrigos
deseando compensar 
abrazos nunca dados.

viernes, 4 de diciembre de 2015


En la distancia

Escribiremos;
discutiremos,
por ejemplo,
el porqué de esta tilde en la e;
debatiremos,
ya que necesitaremos respirar:
hemos entendido que escribir nos salva
de la amargura que,
curioso,
sólo comprende la letra
en la distancia.

jueves, 3 de diciembre de 2015

martes, 1 de diciembre de 2015

No es este libro,
no es esta ropa,
no es este té
ni mucho menos este celular;
lo único mío es este cuaderno,
este papel sobre el que escribo,
te escribo,
escribo


mío.
Lo más cercano al amor es el silencio.
Lo más cercano al silencio es la lágrima.
Y lo más cercano a la lágrima es el amor.