jueves, 9 de diciembre de 2021

Todos por nuestro idioma español

 • ¿Está bien escrita la palabra “restaurant”?


Según el "Diccionario de la Real Academia Española", el “establecimiento público donde se sirven comidas y bebidas, mediante precio, para ser consumidas en un mismo local” es un "restaurante". Escribir –y pronunciar– “restaurant” es un uso inadecuado del idioma español.


• ¿Cómo se escribe: proforma, pro-forma o pro forma?


Tanto “pro forma” como "proforma" están aceptadas: “Para cumplir una formalidad. Hablando de liquidaciones, facturas, recibos, etc., que se emplean para justificar operaciones posteriores a la fecha de los estados de cuenta en que figuran”.


• ¿Cuál es el plural de menú: menús o menúes?


"Menú" proviene del francés "menu"; tiene las siguientes acepciones:


1. Conjunto de platos que constituyen una comida.

2. Carta del día donde se relacionan las comidas, postres y bebidas.

3. Comida de precio fijo que ofrecen hoteles y restaurantes, con posibilidad limitada de elección.

4. Colección de opciones que aparece en la pantalla de un ordenador.


La Academia Mexicana de la Lengua acepta el uso de “menús” como plural de "menú".


• ¿Es correcto decir “la maratón”?


La voz "maratón" es masculina, pero el "Diccionario Manual de la Academia" indica que también puede usarse como femenina, debido a que se refiere a la carrera llamada maratón, y "carrera" es voz femenina.


• ¿Cómo se escribe: confort o comfort?


     Esta palabra tiene su raíz original en el idioma inglés, de ahí pasó al francés y de éste a nuestro idioma. Seguramente por la predominancia que actualmente existe del idioma inglés, es frecuente ver escrito “comfort", mas lo correcto es "confort". La definición que de este vocablo da el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) es: “Aquello que produce bienestar y comodidades”.


• ¿Cómo se dice: ametralladora o metralladora?


     "Metralladora" no existe, mientras que "ametralladora" proviene del verbo ametrallar, que significa disparar metralla contra el enemigo o disparar de forma rápida y automática. Metralla, por su parte, proviene del francés “mitraille”, que significa: 

1) Conjunto de cosas inútiles o desechadas. 

2) Conjunto de pedazos menudos de hierro colado que saltan fuera de los moldes al hacer los lingotes. 

3) Munición menuda con que se cargaban las piezas de artillería, proyectiles y bombas, y actualmente otros explosivos.

     Por lo anterior, ametralladora es un arma automática, de tiro rápido y repetido, que se utiliza apoyada en el terreno. También se le puede llamar metralleta.


• ¿La palabra “displicencia” está escrita correctamente?


Según el DRAE, el “desagrado o indiferencia en el trato”, y el “desaliento en la ejecución de una acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito”, es "displicencia", por lo que su uso es aceptado en nuestro idioma.


• ¿Cómo se dice: narigón o narizón?


          Ambos vocablos son correctos; son sinónimos. Las definiciones que de "narigón" nos da el DRAE, son las siguientes:

1. Narigudo. Que tiene grandes las narices; de forma de nariz.

2. Agujero en la ternilla de la nariz.

3. Argolla, con cuerda o sin ella, que se pone en el hocico de los bueyes y otros animales para sujetarlos mejor.

 Es correcto decir narigón, narizón o narigudo cuando nos referimos a alguien que tiene nariz grande.




lunes, 26 de julio de 2021

A mi sobrinito Ali, hasta la Isla de Margarita

Veo tu foto y pienso

en cuánto te extraño;

en lo tanto que uno extraña:

ir muy temprano a caminar en esa misma playa en la que hoy juegas,

llegar al café y saludar a los amigos,

hablar de lo que sea sin dejar de sentir que sigues frente al mar,

leer el periódico anhelando algo mejor,

llegar a la oficina y preparar el café árabe,

sonreírle al cliente que al saborearlo pregunta cómo se hace,

enseñarle los pasos y regresar a la taza,

quedar en silencio y reabrir el libro,

escribir,

llegar a casa, 

cenar,

retomar el libro,

escribir, 

corregir,

casi obligarte a no dormir muy tarde

para volver a despertar temprano

y ser siempre tú 

con la espuma,

la arena, 

las aves,

la vida. 


Zahle, El Valle del Bekaa (Líbano), 26 de julio de 2021.







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jueves, 27 de mayo de 2021

Qué bueno que me enseñaron todo esto desde niña



Buenos días.
Necesito una tela.
No,
no puede ser azul.
Tiene que ser negra.
Necesito cubrir mis poros.
Que nadie note si se me eriza la piel
por el frío o por tu sonrisa.
Necesito cubrir mis mejillas.
Que nadie note si me sale una lágrima
por el sol o por algún golpe.
Necesito cubrir mis labios.
Que nadie note si no puedo evitar casi reír por...
no,
olvídenlo,
por nada.
Está bien esta tela.
Mucho mejor que sea de algodón.
Hace tanto calor.
Con ella aseguro mi entrada al Paraíso.
Así no sabré qué es el Infierno.
Quiero decir,
me refiero al otro Infierno,
del que dicen que es peor que éste.
Es lo que dicen.
Y es lo que creo.
¡Cómo dudarlo!
¡Sería pecado!
Qué bueno que me enseñaron todo esto desde niña.
Hoy puedo enseñárselo a mi hija.
Así es,
hija,
créeme que vale la pena soportar
esta vida
que,
no se te olvide,
no es la verdadera.
Pronto te taparás como yo.
Me llevaré esta tela.
Ya la necesitaba.
La mía está tan gastada.
Ya no parece negra.
Y debe ser muy negra.
No se me puede ver nada.
Yo misma coseré mi prenda.
La haré hoy mismo.
Necesito cubrirme bien.
Que nadie vea más allá de lo negro.
Tan joven,
tan suave mi piel...
Que nadie más que él lo sepa.
Me la llevo.
¡Gracias!
Que nadie note que cruzo la calle.
No hables,
hija.
Que nadie me salude.
Que nadie me vea.
Que olviden mi nombre.
Que olviden que existo.
23/07/2018.

Cachetada al machismo

"Sin la cultura, y la libertad relativa que ésta supone, la sociedad, por perfecta que sea, no es sino una jungla. Por ello toda creación auténtica es un don para el futuro".

Albert Camus, en "Crónicas (1944-1953)", página 245.


"Si yo fuera hombre no me criticarían tanto sería excéntrico e interesante, pero como soy mujer entonces: neurótica, loca, ridícula, etc. Pero ¿Que creen? 

Me vale madre, yo sigo siendo un ser humano sin límites".

Flor Amargo, en Facebook, 25 de mayo de 2021.


Flor Amargo es un ejemplo de resistencia en esta sociedad machista. Es impresionante la cantidad de críticas que ella, solamente por ser una mujer talentosa y, sobre todo, libre, recibe en sus redes sociales. 

Si no les gusta (no tiene por qué agradarle a todos), para qué la ven, tan simple como dejar de seguirla, pero no, hay que insultarla.

Debemos trabajar mucho para que este mundo por fin entienda que tenemos los mismos derechos que el hombre de ser como solamente nosotras -cada una de nosotras, sin importar nadie más- queramos. 

Para empezar a darle su cachetada al machismo, la primera tarea es que dejemos de criticarnos; fácil: veamos lo positivo de cada quien, aplaudámonos unas a otras, evitemos al máximo pensamientos negativos sobre las demás... Recordemos siempre que ninguna compite con nadie, somos únicas y coincidimos en muchas cosas, entre ellas, todas somos felices al dar y recibir amor, y al respetar y ser respetadas.



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lunes, 22 de marzo de 2021

Los hijos infinitos

A Insaf Ghazaoui Mardini, 

mi mamá


Hoy, en Líbano, se celebra el Día de la Madre. Como cada año, le dedico a mi mamá "Los hijos infinitos", de Andrés Eloy Blanco. Con esta relectura, siempre bienvenida (sobre este tema, ¿existirán versos más hermosos?), nuestro festejo es doble, por ser hoy también el Día Mundial de la Poesía. 

Te amo, mami. Que Dios nos permita estar juntas muchos años más. Felicidades.


***


Cuando se tiene un hijo,

se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,

se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga

y al del coche que empuja la institutriz inglesa

y al niño gringo que carga la criolla

y al niño blanco que carga la negra

y al niño indio que carga la india

y al niño negro que carga la tierra.


Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños

que la calle se llena

y la plaza y el puente

y el mercado y la iglesia

y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle

y el coche lo atropella

y cuando se asoma al balcón

y cuando se arrima a la alberca;

y cuando un niño grita, no sabemos

si lo nuestro es el grito o es el niño,

y si le sangran y se queja,

por el momento no sabríamos

si el ay es suyo o si la sangre es nuestra.


Cuando se tiene un hijo, es nuestro el niño

que acompaña a la ciega

y las Meninas y la misma enana

y el Príncipe de Francia y su Princesa

y el que tiene San Antonio en los brazos

y el que tiene la Coromoto en las piernas.

Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,

todo llanto nos crispa, venga de donde venga.

Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro

y el corazón afuera.


Y cuando se tienen dos hijos

se tienen todos los hijos de la tierra,

los millones de hijos con que las tierras lloran,

con que las madres ríen, con que los mundos sueñan,

los que Paul Fort quería con las manos unidas

para que el mundo fuera la canción de una rueda,

los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño,

quiere con Dios adentro y las tripas afuera,

los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima

entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra,

porque basta para que salga toda la luz de un niño

una rendija china o una mirada japonesa.


Cuando se tienen dos hijos

se tiene todo el miedo del planeta,

todo el miedo a los hombres luminosos

que quieren asesinar la luz y arriar las velas

y ensangrentar las pelotas de goma

y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda.


Cuando se tienen dos hijos

se tiene la alegría y el ay del mundo en dos cabezas,

toda la angustia y toda la esperanza,

la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega,

si el modo de llorar del universo

o el modo de alumbrar de las estrellas.


Zahle, El Valle del Bekaa (Líbano), 21 de marzo de 2021.





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martes, 16 de marzo de 2021

Pescar o migrar

Cuando nos preguntan qué obra deja un gran aprendizaje, sin titubear mencionamos “Pescar o migrar. Más de medio siglo de luchas y esperanzas” (2013), biografía de Jesús Luciano “Chanito” Marín, glosada por Fernando Cervigón, con epílogo de Francisco Suniaga. 

            Citamos parte de su prólogo, del profesor Cervigón: “Cuando Chanito expresó el deseo de poner por escrito su biografía, no lo motivó la pretensión de pasar a la historia como un prohombre de Venezuela, ni tan siquiera de Margarita, cuyos logros bien pudieran quedar como ejemplo de una personalidad que marcó un hito en el acontecer insular del siglo XXI. Precisamente, entre las cualidades más importantes para evitar fracasos prematuros, las cuales fue adquiriendo a medida que trataba de sobrevivir y progresar saliendo de la pobreza y, como quien dice, partiendo de cero, están la discreción, la prudencia, el pasar inadvertido –siempre que sea posible, y no resulte perjudicial o inconveniente–, el hablar poco y el actuar rápido y con decisión, asumiendo riesgos calculados pero siempre sabiendo con quién trataba, en quién podía confiar, y hasta dónde era prudente arriesgarse. Otra cualidad o principio fundamental fue siempre cumplir con los compromisos adquiridos, no faltar a la palabra dada (…)

            Sin la oportunidad de realizar estudios medios o superiores sino solamente los primarios y técnicos, las exigencias de la vida le negaron lo que podría haberle otorgado una profesión. No adquirió pues la formación humanística necesaria para dominar la expresión escrita, pero la sustituyó por la convicción de que la constancia, la seguridad, la solidaridad en el comportamiento con los compañeros y en el trabajo, podían suplir con creces las deficiencias en la formación intelectual (…) Sin embargo, cuando necesitó la herramienta intelectual para afrontar con altura las responsabilidades que le correspondió asumir, no dudó en pedir ayuda a quien en el contexto de la amistad podía otorgársela (…)

            La pesca no era suficiente para absorber la mano de obra disponible ni para satisfacer las aspiraciones de muchos margariteños, máxime cuando el peonaje de las rancherías era más bien un sector socialmente marginado, que en su mayoría procedía tradicionalmente de la clase social que en la época colonial estaba clasificada como mestiza, por no decir india. La única riqueza propiamente dicha la producía desde 1902 la explotación de la perla, pero, para el duro trabajo que representaba, solo enriqueció a los comerciantes autorizados, varios de los cuales eran ‘turcos’, es decir sirios y libaneses. La bonanza perlera no llegó mucho más allá de la década de los años 50 y en la de los 60 ya estaba en plena decadencia; y de aquí lo acertado del título de su autobiografía, ‘Pescar o migrar’: no había otra alternativa”.

            Este libro es fascinante. Nuestro maestro, el estimado señor Chanito, nos impulsa a seguir, aun cuando las circunstancias sugieran lo contrario. He aquí fragmentos de las reflexiones que aparecen en sus últimas páginas:

            “Me levanto a las cinco de la mañana todos los días, leo un poco, hago desayuno y ya estoy inquieto. No puedo estar tranquilo, padezco de hiperactividad al punto que a veces no puedo controlarme y tropiezo con las sillas o mesas. En la casa me llaman la atención todo el tiempo por eso. Cuando estoy pendiente de algo interesante duermo pocas horas, y si voy a viajar en la mañana, a las tres de la madrugada ya estoy despierto. Se me van los frenos, pero me siento feliz. Detesto la inactividad. Soy muy puntual en las citas; pienso que esa persona que me espera tiene otros compromisos. Siempre he tratado de ser auténtico, real, nunca olvido de dónde vengo, de Macanao, y nunca he fingido lo que no soy. En los negocios y en todo uno tiene que cuidar su reputación: es muy fácil ser blanco de desprestigio y muy difícil de corregir ese rumbo. Es primordial cumplir mis compromisos; me gusta la lealtad, el respeto hacia los demás, durante mucho tiempo lo he practicado, y uno se siente retribuido, pues cada día se va haciendo más amigos y más negocios (…) 

            En cuanto a educación formal, no pude estudiar. Mi única alternativa era trabajar: tuve que madurar a muy temprana edad (…) El trabajo es mi pasión, forma parte de mi vida (…) sigo luchando para alcanzar nuevas metas, utilizando estrategias y estimulando la creatividad para resolver los problemas que enfrentamos todos los días. Espero poder decir cuando esté más viejo: ‘Creo que cumplí con un deber’. Tenemos que conocernos bien y descubrir para qué servimos. Luego, cuando estemos convencidos de nuestras creencias, podemos lanzarnos con coraje a cualquier aventura, sin miedo, siempre optimistas, sin dejar de oír sugerencias o considerar las habilidades de los hombres exitosos.

             Yo no sabía lo que era un proyecto de vida. Lo supe cuando tenía por lo menos cuarenta años y hoy me doy cuenta de que yo sí lo tenía, desde muy niño, cuando establecí prioridades, objetivos y metas como comprar una lancha y viajar a Curazao”.

             Quienes, además de leerlo, tenemos el honor de conocer a nuestro querido señor Chanito, recibiendo de viva voz su gran sabiduría, somos muy afortunados. Muchas gracias por todas sus enseñanzas. Dios lo cuide siempre. Saludos y abrazos hasta nuestra isla.

Zahle, El Valle del Bekaa (Líbano), 16 de marzo de 2021.





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Defensa de la inteligencia

No es posible leer una obra de Albert Camus sin transcribir algo de ella. En “Crónicas (1944-1953)” aparece “Defensa de la inteligencia”, “alocución pronunciada durante la reunión organizada por la Amitié Française en la sala de la Mutualité, el 15 de marzo de 1945”, tan brillante, actual, para siempre tenerla cerca y releerla. Que la disfruten:

               Si la amistad francesa, de la que aquí se trata, no fuera sino un simple desahogo sentimental entre personas simpáticas, yo no daría mucho por ella. Sería lo más fácil, pero sería también lo menos útil. Y supongo que los hombres que han tomado esta iniciativa quisieron otra cosa, una amistad más difícil que fuera una construcción. Para que no sintamos la tentación de ceder a la facilidad y contentarnos con mutuas congratulaciones, yo quisiera simplemente, en los diez minutos que me han concedido, mostrar las dificultades de la empresa. Desde este punto de vista, no podría hacerlo mejor que hablando de lo que siempre se opone a la amistad, quiero decir la mentira y el odio.

               No haremos nada, en efecto, por la amistad francesa si no nos liberamos de la mentira y el odio. La verdad es que, en cierto sentido, no nos hemos liberado de ellos. Nos los vienen enseñando desde hace mucho tiempo. Y quizás la última y más duradera victoria del hitlerismo esté en esas señales vergonzosas dejadas en el corazón de los hombres que lo combatieron con todas sus fuerzas. ¿Cómo iba a ser de otro modo? Hace años que el mundo está entregado a un desencadenamiento de odio que jamás tuvo igual. Durante cuatro años, en nuestra tierra, asistimos al ejercicio razonado de ese odio. Hombres como vosotros y como yo, que por la mañana acariciaban a los niños en el metro, se transformaban por la noche en meticulosos verdugos. Se convertían en funcionarios del odio y la tortura. Durante cuatro años, esos funcionarios sacaron adelante su administración: en ella se fabricaban pueblos de huérfanos y se disparaba contra los hombres en plena cara para que no fueron reconocidos, se metían a taconazos los cadáveres de los niños en ataúdes demasiado pequeños para ellos, se torturaba al hermano delante de la hermana, se formaban cobardes y se destruían las almas más altivas. Parece que a esas historias no se les da mucho crédito en el extranjero. Pero durante cuatro años nuestra carne y nuestra angustia hubieron de darles crédito. Durante cuatro años, todas las mañanas, cada francés recibía su ración de odio y su bofetada. Era en el momento de abrir el periódico. Forzosamente, algo ha quedado de todo esto.

               Nos ha quedado el odio. Nos ha quedado ese impulso que el otro día, en Dijon, lanzaba a un muchacho de catorce años sobre un colaboracionista linchado para reventarle la cara. Nos ha quedado ese furor que nos quema el alma al recordar ciertas imágenes y ciertos rostros. Al odio de los verdugos ha respondido el odio de las víctimas. Y una vez que partieron los verdugos, los franceses se quedaron con su odio, en parte sin destino. Todavía se miran con un resto de cólera. 

               Pues bien, debemos ante todo vencer eso. Hay que sanar esos corazones envenenados. Y mañana, la victoria más difícil que hemos de lograr sobre el enemigo habrá de ser sobre nosotros mismos, con un esfuerzo superior que transforme nuestro apetito de odio en deseo de justicia. No ceder al odio, no conceder nada a la violencia, no admitir que nuestras pasiones nos cieguen, eso es lo que podemos hacer aún por la amistad y contra el hitlerismo. Todavía hoy ciertos periódicos se dejan arrastrar a la violencia y al insulto. De ese modo seguimos cediendo ante el enemigo. Se trata, por el contrario y a nuestro parecer, de no permitir nunca que la crítica se convierta en insulto, se trata de admitir que nuestro oponente puede tener razón y que en cualquier caso sus razones, aunque malas, pueden ser desinteresadas. Se trata, en fin, de rehacer nuestra mentalidad política.

               ¿Qué significa eso, si reflexionamos sobre ello? Significa que debemos preservar la inteligencia. Pues estoy persuadido de que ahí está el problema. Hace unos años, cuando los nazis acababan de tomar el poder, Goering daba una idea cabal de su filosofía al declarar: “Cuando me hablan de inteligencia, saco la pistola”. Y esa filosofía no se limitaba a Alemania. Por esa misma época, y en toda la Europa civilizada, se denunciaban los excesos de la inteligencia y las taras del intelectual. Los propios intelectuales, con una interesante reacción, no eran los últimos en participar en ese proceso. Dondequiera triunfaban las filosofías del instinto y, con ellas, ese romanticismo de mala ley que prefiere sentir a comprender, como si ambas cosas pudieran separarse. Desde entonces la inteligencia no ha parado de ser puesta en tela de juicio. Llegó la guerra, después la derrota. Vichy nos informó de que la gran responsable era la inteligencia. Los campesinos habían leído demasiado a Proust. Y todo el mundo sabe que Paris-Soir, Fernandel y los banquetes de las peñas de amigos eran signos de inteligencia. Al parecer la mediocridad de las elites, por la que Francia moría, tenía su fuente en los libros.

               Todavía hoy se maltrata la inteligencia. Esto prueba sólo que el enemigo aún no está vencido. Basta con que hagáis el esfuerzo de entender algo sin ideas preconcebidas, basta con que habléis de objetividad, para que os acusen de sutiles y se enjuicien todas vuestras pretensiones. Pues bien, ¡no! Eso es lo que hay que reformar. Porque yo conozco como todo el mundo los excesos de la inteligencia y sé como todo el mundo que el intelectual es un animal peligroso, proclive a la traición. Pero se trata de una inteligencia que no es la buena. Nosotros hablamos de la que se basa en el valor, de la que durante cuatro años pagó el precio ineludible para tener derecho a ser respetada. Cuando esa inteligencia se apaga, llega la noche de las dictaduras. Por eso tenemos que mantenerla con todos sus deberes y derechos. A ese precio, sólo a ese precio, la amistad francesa tendrá un sentido. Porque la amistad es la ciencia de los hombres libres. Y no hay libertad sin inteligencia y sin comprensión recíprocas.

               Para terminar, me dirigiré a vosotros, los estudiantes. No soy de los que os predicarán la virtud. Muchos franceses la confunden con debilidad. Si tuviera algún derecho a ello, más bien os predicaría las pasiones. Pero quisiera que, al menos en torno a uno o dos puntos, quienes serán los intelectuales franceses de mañana estén resueltos a no ceder jamás. Quisiera que no cedan cuando les digan que la inteligencia está siempre de más, cuando quieran demostrarles que está permitido mentir para tener éxito. Quisiera que no cedan ni a la astucia, ni a la violencia, ni a la abulia. Acaso entonces sea posible una amistad francesa que no se reduzca a charlatanería vana. Acaso entonces, en una nación libre y apasionada por la verdad, el hombre vuelva a sentir ese amor al hombre sin el cual el mundo sería sólo una inmensa soledad.



http://www.elsoldemargarita.com.ve/movil/post/id:238189#

Todos por nuestro idioma español

Muchas gracias, estimados lectores, por hacer posible este espacio:

Desde Venezuela, José Castillo envía esta inquietud:

"¿Nuestro idioma no es el castellano?".

La Real Academia Española, en su Diccionario panhispánico de dudas, señala:

"español. Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano y español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.). Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco".

También desde Venezuela, Fernando Alfonzo hace llegar una foto con el siguiente texto:

"Dentro y fuera de las instituciones bancarias, el uso de tapabocas y guantes es de uso obligatorio; así mismo, la instancia debe cumplir con los protocolos de desinfección roseando las áreas de contacto cada 15 minutos".

Fernando pregunta: "¿Cuál es el significado de la palabra ROSEANDO?".

Rosear quiere decir "mostrar color parecido al de la rosa". En el texto debieron escribir "rociando", de "rociar": "Esparcir en gotas menudas agua u otro líquido".

Guadalupe Martínez, desde Estados Unidos, manda este aviso:

"No es conduciste, es condujiste.

No es produciste, es produjiste.

No es seduciste, es sedujiste.

No es traduciste, es tradujiste.

No es introduciste, es introdujiste".

Guadalupe duda: "¿Esto es cierto?".

Sí. Según el Diccionario de la Real Academia Española, estos verbos se conjugan como "conducir". En el Diccionario panhispánico de dudas, leemos:

"Como ocurre en todos los verbos terminados en -ducir, en el habla descuidada se escuchan a veces formas regularizadas (...) que no son correctas: 

conducí, conduciste, condució, etc., en lugar de conduje, condujiste, condujo, etc.; (...) conduciera o conduciese, etc., en lugar de condujera o condujese, etc.; (...) conduciere, conducieres, etc., en lugar de condujere, condujeres, etc.".

Referencias:

https://www.rae.es/dpd/espa%C3%B1ol

https://dle.rae.es/rosear#conjugaciongVuFjjK

https://dle.rae.es/rociar?m=form#conjugaciongVEaylI

https://www.rae.es/dpd/conducir

✏📚✍ ¿Tiene alguna duda o pregunta sobre nuestro idioma? Por favor, escríbanos a ladendalal@hotmail.com. Gracias por formar parte de este trabajo. Los invitamos a suscribirse al canal de YouTube: Dalal El Laden.



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Soy mujer

Y todo esto lo pienso mientras camino y mi corazón, aun ante tanto desánimo, me recuerda que estoy viva; mientras camino y todo esto lo plasmo sobre la bandera que intenta adornar el paisaje de este descolorido quiosco, tan descolorido como cada valor perdido en la gran mayoría de los venezolanos; valor perdido que decolora, cada segundo más y más, esta bandera, la bandera de mi país.








lunes, 18 de enero de 2021

YouTube

Estrenamos canal en YouTube: Dalal El Laden. Los invito a suscribirse y espero que les guste. Gracias por estar.

https://youtube.com/channel/UCKGBuPQXY-yIf4JCk4zQdUA












viernes, 15 de enero de 2021

El que no trabaja... trabaja más que el que trabaja

Impresionante. Me quedo sin trabajo y al mes empieza la pandemia. Mi historia parece sacada de un libro de ficción. A punto de caer en depresión, resulta que un sinfín de amigos y conocidos terminaron en mi misma situación. Al vernos iguales, entre todos nos apoyamos intentando mantener la fe en un mejor mañana.
Es que este virus nos tiene desesperados. Cómo es posible que nos obliguen a usar mascarilla sin estar enfermos. Igual me la pongo, no vaya a ser que alguien a mi lado estornude o que pase la policía y me multe. Bastantes gastos tengo como para pagar por algo tan absurdo como no cumplir una norma tan sencilla.
Me llamo Charbel. Soy venezolano. Tengo tres años aquí, en Líbano, donde nacieron mis padres. Con este frío del… (mis compatriotas podrán completar la frase), me es imposible no extrañar las playas de Margarita, mi isla natal, en Venezuela, para quien no la haya visitado o escuchado nombrar (por aquí dejo unas fotos, por si acaso, además de que nunca está de más observar tanta belleza junta).
Soy un chamo normal. Aún no llego a los cuarenta. Mi vida era, como decimos, común y corriente, una más del montón, solamente que todo, desde poco antes de casarme (lo único bueno que me pasó en 2020), me cambió de golpe: de repente sin trabajo, con la esperanza de pronto retomar la rutina laboral, y luego, para rematar, también de golpe saluda, ahora a todo el mundo, este enemigo invisible. Esto sumado a la devaluación, dejando los precios por las nubes: lo que hace menos de doce meses equivalía a un dólar, hoy no te alcanza ni para un paquete de pan. Mis compatriotas me entenderán. Todo sube y sube. Y las cuentas se te asoman y no te perdonan.
Se me ocurrió escribir esto porque mi tío Karim, muy trabajador desde su niñez y, como su nombre indica, generoso como nadie, hace poco, al tanto de mi día a día, me dijo: sobrino, por qué no plasmas tu historia, por qué no les cuentas, a tus lectores del Instagram, cómo es que, ahora que no trabajas, trabajas más que nunca antes. ¡Exacto! ¡Increíble, pero cierto! Por eso decidí iniciar, sin embargo, me temo que muchos no me creerán.
No nos vayamos tan lejos; para que tengan una idea de cuán cierta es esta afirmación (por ello me he atrevido a titular así este relato cien por ciento real), describiré la mañana de hoy: aprovechando que el frío del… (sabrán) se había esfumado un ratico, me siento en el balcón con el fin de tomar mi capuchino caliente sin azúcar. No le termino de dar el primer sorbo cuando recibo la llamada internacional de mi primo:
Oye, Charbel, me obligaron a venir a la oficina y, como sé que tú no estás haciendo nada y necesito que alguien me eche la mano, pensé en ti: debo redactar un documento; después de tanta cuarentena, de verdad ando con la mente bloqueada, ¿será posible que lo hagas por mí? Mira, no te quitará mucho tiempo: para que sea más rápido, por correo electrónico te explico de qué trata el texto y, cuando esté listo (antes del mediodía, por fa), me lo mandas también por ahí, en Microsoft Word, si no es mucha molestia, ah, con interlineado sencillo, letra Times New Roman, de 12 puntos. ¿Qué dices? ¡Dime que cuento contigo! No me dejes solo en esto, pana…
Esto es nada comparado con lo que en este minuto (justo al enviar el trabajo en Word, Times New Roman, 12 puntos, sencillo) me acaba de pasar. No puedo continuar este relato cien por ciento real, mas lo haré al terminar, ¡eso espero!, ¡dependerá de qué tan cansado regrese a casa!

Zahle, 15 de enero de 2021.




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