lunes, 24 de noviembre de 2014

Todo calla sobre estas sábanas;
todo,
hasta estas hasta ayer rebeldes cortinas que se han cansado de buscar el viento;
todo,
hasta este hasta ayer rebelde teclado que se ha cansado de buscar los dedos;
todo,
hasta esta hasta ayer rebelde canción que se ha cansado de buscar los latidos.
Todo,
todo calla sobre estas hasta ayer rebeldes sábanas que se han cansado de buscar la voz,
es decir,
el poema,
es decir,
el amor.

jueves, 20 de noviembre de 2014

"TENÍA QUE SER MUJER"

Soy alegre, sin embargo, a veces, por segundos, minutos u horas, me invade la tristeza.

Era el final de la tarde. Yo iba manejando tranquilamente. Frené para dejar pasar a una muchacha; cruzó, se alejó, mas allí me quedé, pegada a la acera, sin moverme; aparentemente viéndola; realmente viéndola sin ver.

Muchos conductores me pitaron; pocos -curiosos- bajaron los cristales de sus vehículos para, en silencio, detallarme; y otros -no muchos, no pocos- gritaron: "¡Tenía que ser mujer!".

-¿Cuántos años tendrá? ¿Once? ¡Pero si es una niña! Una niña ya casi convertida en madre. ¿Doce? -yo pensaba, realmente viéndola sin ver.

Las piernas me temblaban. Aceleré. A los segundos, escuché más pitos y gritos:

-¡Se comió la luz! ¡Tenía que ser mujer! ¡Se comió la luz! ¡Tenía que ser mujer!

-Me comí la luz. Soy mujer. Me comí la luz. Soy mujer.
¿Cómo me comí la luz? ¡Y casi choco al de la camioneta! ¡Me comí la luz! Soy mujer. ¡Me comí la luz! Soy mujer. Soy mujer. ¡Soy mujer! -repetí sin voz.

Mi perrita duerme a mi lado. Su ronquido me despierta.

-Fue un sueño -repite mi voz entrecortada.

Las piernas de verdad me tiemblan. Sudo. Me invade una gran tristeza. Se me salen las lágrimas. No hay niña embarazada; no en esta habitación. Tomo aire. No me comí la luz. No me pitaron. No me detallaron. No me gritaron. Me falta el aire. Pero soy mujer. Soy mujer. Soy mujer. Soy mujer. Tomo aire. ¡Soy mujer!


http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:142705

http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/7218-vereda-anonima
Aprovecho la luz para escribir lo que aprovecho llorar en la oscuridad.
Cuando el mar me baña

es cuando más comprendo mi amar

amar.

lunes, 17 de noviembre de 2014

"¡SE FUE LA LUZ!"

Uno lo intenta, realmente uno lo intenta. En casa, uno intenta olvidarse un poco de la realidad. Uno lo intenta a su manera, por ejemplo, escuchando la música que más se ama, porque uno la escucha y uno se siente piano, flauta, violonchelo, mientras uno lee, cocina, escribe, lava, juega con los gatos, con los perros, y uno hasta se cree tenor y soprano al estar entre las macetas, cantándole a las plantas al refrescarlas y al liberarlas de sus hojas tristes.

Así va y viene uno en su espacio porque uno intenta, uno realmente intenta olvidarse un poco de la realidad;

un poco, sí, un poco porque, cuando uno se va a bañar y nota que ya sólo le queda un jabón y poco champú, se presenta la realidad;

un poco, sí, un poco porque, cuando uno va a cocinar y recuerda que no tiene harina, se presenta la realidad;

un poco, sí, un poco porque, cuando uno va a lavar y ve que ya sólo tiene un puño de jabón en polvo, y que no hay otra opción más que rallar el único jabón azul en barra que queda, se presenta la realidad;

un poco, sí, un poco porque, cuando a uno ya se le está acabando el medicamento que necesita, se presenta la realidad;

un poco, sí, un poco porque, cuando uno intenta no desahogar con lágrimas la misma tristeza de las hojas de aquellas mismas plantas, subiéndole todo el volumen al equipo de sonido, para que la voz interior de uno calle al ir y venir con la orquesta, hasta sentirse uno violín, trompeta, arpa y hasta creerse uno tenor y soprano, y todo parece estar bien, de repente la orquesta es la que calla dándole lugar al "¡Se fue la luz!" de los vecinos... y se presenta la realidad;

un poco, sí, o menos que un poco porque, con la oscuridad -en todos los sentidos-, es la misma realidad la que hace regresar al llanto de uno que ahoga hasta a la más joven flor en la maceta, ahogando a su vez el intento de que, al menos con el arpa y el violonchelo, uno pueda olvidar un poco, o menos que un poco, tanto dolor.


http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/7084-vereda-anonima

 http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:142079/__Se-fue-la-luz__

lunes, 10 de noviembre de 2014

"¿POR QUÉ TAN SERIA?"

Soy mujer. Hago uso de mi libertad. Me gusta ejercitarme, por lo que acostumbro caminar. Al caminar, mi corazón me recuerda que estoy viva. Al caminar, mi mente se despeja: siempre, de repente, cuando menos las espero, de no sé dónde me llegan palabras que plasmo sobre la palmera, sobre la arena, sobre el asfalto; también sobre las olas.

            Soy mujer. Hago uso de mi libertad. Si quiero ir a algún lugar, no necesito tener compañía para hacerlo. Así como disfruto estar con las personas que aprecio, también disfruto mi soledad, mi propia compañía.

            Soy mujer. Hago uso de mi libertad.
            El sábado pasado necesitaba imprimir un documento. A una cuadra para yo llegar al local, vi cómo dos uniformados detuvieron a dos muchachos. Tranquila seguí mi andar, sin embargo, "por cualquier cosa", decidí cruzar a la otra acera.

            Soy mujer. Hago uso de mi libertad.
            Antes de que uno de los uniformados revisara los bolsos de los dos muchachos, éste les ordenó que levantaran sus brazos, y el vapor sobre el asfalto -que no sé cómo no derritió mis suelas- me hizo sentir el hervor en las palmas de sus manos pegadas a la pared.
 
            Soy mujer. Hago uso de mi libertad.
           El uniformado que permaneció en su moto, en lugar de estar pendiente de su "trabajo", me vio insistentemente. "Nada más falta que me lance un piropo", pensé. Su compañero seguía sobre los muchachos; antes de dejarlos ir, también revisó los bolsillos de sus shorts.

            Soy mujer. Hago uso de mi libertad.
            El de la moto no dejaba de verme y yo insistí en disimular, para hacerle creer algo así como "aquí no está pasando nada". "Nada más falta que me lance un piropo".

            Soy mujer. Hago uso de mi libertad.
            Justo al yo empezar a cruzar a la otra acera, el mismo uniformado sobre la moto, sin dejar de detallarme asquerosamente (y disculparán ustedes, queridos lectores, pero no encuentro una mejor palabra), me preguntó: "¿Por qué tan seria?".

           Soy mujer. Hago uso de mi libertad. Pero callé.
Me vi como estaba: sola en esa calle sin nadie. Callé. Y callada continué hacia mi destino, disimulando algo así como "aquí no está pasando nada".

          Soy mujer. Hago uso de mi libertad. Callé, pero ahora que puedo exijo mi derecho que, como persona, como mujer tengo de poder usar totalmente mi libertad, empezando por poder caminar libremente por la calle, sin que nadie me acose, mucho menos un uniformado.
           
           Soy mujer. Hago uso de mi libertad. Y todo esto lo pienso mientras camino y mi corazón, aun ante tanto desánimo, me recuerda que estoy viva; mientras camino y todo esto lo plasmo sobre la bandera que intenta adornar el paisaje de este descolorido quiosco, tan descolorido como cada valor perdido en la gran mayoría de los venezolanos; valor perdido que decolora, cada segundo más y más, esta bandera, la bandera de mi país.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Anoche, la Orquesta tocó la lágrima que bajó a mi mejilla y aterrizó en mi alma.
MUCHÍSIMAS GRACIAS, PROFESOR

En enero de este año leí “La otra isla”, del profesor margariteño Francisco Suniaga. Desde entonces yo tenía el gran deseo de conocerle y agradecerle por esta maravillosa novela y, en especial, por plasmar en ella la dolorosa realidad que, gracias a los “humanos”, viven los gallos. A continuación, sobre este tema, transcribiré algunos de sus párrafos:
“Fucho vertió partes proporcionales de ron y de agua en el vaso plástico que tenía sobre el taburete, le pidió a Wolfgang que le pasara de nuevo el gallo y tomó un buche grande del ron aguado que retuvo en la boca. Le levantó una de las alas al animal y apuntando hacia esa parte descubierta del cuerpo expulsó el líquido con fuerza -atomizándolo al hacerlo pasar entre sus labios apretados- para mojarla con el rocío que expelía. Repitió el proceso con el otro lado del cuerpo, con la cabeza, los muslos y el pescuezo hasta que el animal estuvo empapado de la mezcla”.
“…una pelea de gallos era una muestra de crueldad organizada y sistematizada por los hombres para explotar los instintos de unos animales inocentes que él debía rechazar sin ambages”.
“…tampoco estaba bien que dedicara parte de sus esfuerzos a unos cuidados que no eran sino la antesala de la crueldad, de las peleas criminales cuya consecuencia más frecuente era la muerte”.
“La maldad estaría en ser cruel, pero los animales no lo eran, esa era una condición reservada a los humanos”.
“…los galleros querrían ver la implantación de las espuelas de pelear a los gallos, para evitar ventajas. Las espuelas varían de forma y tamaño y la medida a usarse en cada pelea es parte de los arreglos previos que deben pactar los propietarios (…) Fucho le explicó que con una navaja les recortaban las espuelas naturales y luego, con lacre y una delgada cinta adhesiva, fijaban en su lugar unas espuelas plásticas o metálicas, afiladísimas”.
“Le habló de la brutalidad implícita en todas las peleas de gallos (...) en todas se derramaba sangre (...) Que ya le tocaría ver el tiro que los galleros llamaban ‘varejón’; la espuela le rompe una vértebra del cuello y el gallo no puede levantar la cabeza. O uno todavía más cruel, el ‘morcillero’. El gallo recibe un golpe de espuela que no le causa una herida externa pero le revienta las venas del cuello y le produce una hemorragia interna. La sangre se embolsa debajo de la piel y se pone negra hasta formar una suerte de morcilla, que crece con cada latido del corazón y termina por matar al gallo, lo ahoga. Era una muerte agónica porque el animal no sabía lo que estaba pasando, continuaba la pelea y con cada movimiento se moría un poco”.
Imposible no llorar al releer y transcribir estas últimas líneas. Gracias al encuentro con el profesor Suniaga, que ayer, miércoles 5 de noviembre, tuvo lugar en Rattan Plaza, pude cumplir mi ferviente deseo de darle las gracias con toda mi alma, expresándole que estoy convencida de que sus palabras han creado y seguirán creando conciencia. Una vez más, muchas, muchísimas gracias, profesor, porque por verdaderos humanos como usted, no muere la esperanza de un mañana sin maltrato animal; de un mañana donde cada animal tenga lo que merece: una vida digna.


http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:141398

http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/6865-vereda-anonima

martes, 4 de noviembre de 2014

Esta gaita es tan feliz,
que me hace llorar.
Ella me entiende.
Caricatura impresa, admiro tu insistencia en reclamar la vacuidad de la risa.
Muchas veces he intentado esconderme en un no sé dónde que me descubre.
Hoy, sobre estas últimas páginas de mi libreta, mis palabras son luz y lágrima, tal como esta tarde soleada y lluviosa.
Caliento mi cuerpo con el mismo rebozo que una y otra noche también calentó tu cuerpo,
tomando el mismo chocolate que una y otra noche también calentó tus labios.
Camino porque al caminar sé que también puedo volar.
Así como el abrazo se ha convertido en el objetivo de mis brazos,
escribir se ha convertido en el objetivo de mis dedos.
No sé si esta mañana también suspiraré al releer ese poema.

No sé si esta tarde querré comer lo que ahora se me antojó.

No sé si esta noche dormiré lo que deseo poder dormir.

No sé si esta madrugada soñaré con las lágrimas que hoy me despertaron.

Lo único que sé es que todo es tan incierto como esta vida.
Háblame, quiero escuchar el silencio que te habla.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Quién podrá decirme qué tiene mi voz: cuando más callo más me hace creer que hablo.
Esta madrugada, ¿quién más que mi almohada podría detener mi llanto?
Me gustaba caminar sobre sus calles empedradas: cada pisada me hacía recordar lo frágil de mi corazón.

sábado, 1 de noviembre de 2014