domingo, 12 de abril de 2015

¿Por qué tengo años sin recorrer la isla donde nací y vivo? ¿Por qué no recuerdo muchísimas de sus calles? ¿Por qué cada vez veo más lejano el día que desearé llegar a Punta Arenas? ¿Por qué solamente en casa me siento totalmente en paz?

En esta Isla de Margarita, salir de casa significa ver, como mínimo (cuánto me gustaría estar exagerando), cinco perritos en mal estado. Tener que dejarlos donde están es algo que no puedo describir. Que los amantes de esta "bella" vida no me vengan a decir que son más los que se preocupan y hacen algo por los animales, ya que cada día soy testigo de la insoportable indiferencia que nos rodea: "gente" que hasta se ríe ante un animal herido; "gente" que ve con asco a quien, para ayudarle, se acerca a uno de estos seres vivos; vecinos que ven con cara de fuchi a perros rescatados y hasta se sienten de una clase distinguida de "humanos" cuando sus labios pronuncian "son perros de la calle". 

Y, por si esto fuera poco, ahora no tenemos medicamentos de uso veterinario... ¿Cómo, a ver, cómo podemos quedarnos tranquilos, queridos "líderes" (quienes obviamente no saben lo que significa la escasez que nosotros, los de acá, vivimos), sabiendo que las personas y los animales se estén muriendo por no tener medicinas?


¡Con ganas de irme, con mis animalitos, a un pueblo alemán y olvidarme de todo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario