sábado, 11 de abril de 2015

Hay palabras que no se pronuncian porque solo pertenecen a estos -nuestros- labios. Hay palabras que no se escriben porque solo pertenecen a estas -nuestras- manos. Así son estas palabras a las que, sin reclamos, aceptamos porque son palabras que han nacido para ser testigos de estas -nuestras- lágrimas que, como no han podido pertenecer solo a estos -nuestros- ojos, bajan justo a estos -nuestros- labios, pero bajan muy tranquilas porque saben que justo estas -nuestras- manos son las que las secarán.

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