sábado, 18 de abril de 2015

El idioma español: en peligro de extinción

Al salir a la calle, mi asombro aumenta cada día más al ver un sinnúmero de anuncios publicitarios en los que pareciera que sus creadores se preocuparan más por sus colores, que por su calidad ortográfica.

Mi vista no deja de detenerse ante carteles con preguntas a medias, es decir, sin su respectivo signo de interrogación al comenzar las mismas. Esta situación también se presenta con los signos de exclamación. Y ni qué decir del inadecuado uso de las tildes en los acentos.

Para que mi angustia ante estos hechos cobre aún mayor fuerza, basta con que yo "converse" por Internet. Un caso muy similar –o igual– sucede con los mensajes que se envían desde un celular a otro. Para muchas personas –específicamente los jóvenes–, escribir bien significa algo anticuado y, para poder estar a la moda, se sienten bien al preguntar: “Kuando viens?”, en lugar del correcto “¿Cuándo vienes?”, o un “Dnd ests?”, en vez de “¿Dónde estás?”. Esto es solamente para mencionar algunos ejemplos de esta –y créanme que, aunque me esfuerzo, no encuentro una palabra mejor– barbaridad.

Me ha tocado escuchar a jóvenes que, para defenderse ante esta crasa falta de conciencia a la hora de escribir, se excusan diciendo que usan este nuevo modo de escritura porque sienten que así ahorran más tiempo al redactar un mensaje. Pensando fríamente las cosas, ¿cuánto tiempo puede quitarnos escribir bien?, ¿cuánto nos puede costar incluir un signo, un acento, una palabra completa?

Todo esto nos dice mucho del nivel de lectura de la gente. Al leer las estadísticas, nos asustamos ante los resultados, aunque hay que reconocer que es una realidad. Es muy triste, pero, en nuestro país, el hábito de lectura va en descenso. No se puede escribir bien si no se lee habitualmente. ¿Cuántos profesionistas conocemos que no tienen la capacidad de redactar una simple carta?

Álex Grijelmo, autor del libro Defensa apasionada del idioma español, en su primer capítulo, titulado "Una lengua en deterioro", señala:

“El letrero colocado en el portal de mi casa decía textualmente:

‘El servicio de T.V. vía satélite, estará suspendido, alrededor de cuatro días, plazo estimado para la impermeabilización de la zona donde están ancladas las mismas. La comunidad de propietarios’.

Así que al repasar esas frases me he preguntado por fin si alguna vez podré leer un cartel, rótulo, aviso, indicador, comunicado, sentencia, carta, folleto, mensaje, catálogo, acta, tríptico, manual de instrucciones o aviso en general que aparezca redactado no ya con originalidad o talento sino con la más sencilla corrección ortográfica”.

Resulta lamentable reconocerlo, pero el Español está en peligro de extinción. Para muchos, esta afirmación puede sonar exagerada o hasta ridícula, sin embargo, si esto continúa, dudo que, con el paso de los años, nuestro idioma pueda tener un mejor destino. Sí, es probable que siga siendo una lengua, mas, ¿qué clase de Español sería? ¿Por qué, en lugar de conformarnos, no mejor nos preocupamos por escribir bien? Ya basta de tanta inconsciencia. Urge valorar nuestra lengua, lo que somos, que atendamos este problema desde hoy mismo, ya que, como dice el proverbio, mañana puede ser demasiado tarde.

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