viernes, 31 de marzo de 2017

De aquí y de allá

¿Dónde nací? En la Isla de Margarita (Venezuela). ¿Dónde nacieron mis padres? En El Valle del Bekaa (Líbano). ¿Dónde viví muchos años? En Colima (México). ¿De dónde me siento? Ay, ¡aquí la respuesta ya no es tan inmediata!, pero, por favor, antes de señalarme, de acusarme, de hablar por mí y afirmar que no quiero a mi país, le pido que lea -ojalá que me sea posible explicarlo y en un espacio tan limitado- lo que vive en mí.
Aunque he tenido la oportunidad (lo que le agradezco mucho a la vida) de ir a Líbano, tierra a la que le tengo un inmenso cariño; aunque mi lengua materna es el árabe y desde niña como tabbule, falafel, fatayer y hummus (¡y me encanta!), mentiría si dijera que me siento libanesa. Sin duda, aunque reconozco mis orígenes, soy venezolana y también muero por una arepa, un pabellón criollo, unas empanadas, una cachapa con queso guayanés, una cocada y unas hallacas (sobre estas últimas, me permito presumir las que prepara mi mamá).
Ahora, si me preguntan por Colima, donde viví ocho años, si me preguntan si me considero mexicana, aquí sí me detengo, aquí sí no podría decir que no me siento de allá, de ese rincón que me dio su calor hasta el último segundo, donde aprendí a comer picante y ahora todo me sabe a nada si no lo lleva. Sí, seguramente me sucede esto porque, a diferencia de Líbano, en México sí viví y no únicamente eso, sino que desde el primer momento quedé enamorada de él y mi enamoramiento creció cada día más. Claro que antes que nada soy margariteña, pero no puedo negar que México también forma parte de mí. Estoy aquí, pero me siento allá y, seguramente, si regresara me sentiría aquí (como solía pasarme).
El pasado 22 de agosto fui a renovar mi pasaporte venezolano (por cosas de la vida, a pesar de haberme casado con un mexicano, no obtuve la nacionalidad de ese país) y hasta que estuve sentada frente a la cámara con la que me tomaron la foto que pegarán en el documento, me di cuenta de lo que llevaba encima y me dije sin voz: “¡Saldré con una blusa colimense!”. Aquí, en Margarita, me han llegado a comentar que no tengo que estar representando a México, y he expresado que no uso esa ropa por eso, sino porque me siento cómoda, porque me gustan sus diseños, sus colores, sus telas (tiendo a no aferrarme a lo material, pero cuánto lamento haber tenido que dejar en Colima algunos vestidos, muy hermosos, que siempre usaba para salir o estar en casa).
Tras este tipo de observaciones que me han hecho, también he preguntado al aire: ¿Qué es la nacionalidad? ¿Por qué ese afán de etiquetarnos? ¿Por qué no pensar en un solo mundo, en vez de estar pendientes de las divisiones? ¿Por qué no mejor definirnos como de aquí y de allá? ¡La tierra es de todos! El hombre fue quien creó las fronteras, los países. Por eso hoy, cuando me preguntan de dónde soy, contesto que me llamo Dalal y que nací en esta Isla, pero que mi sangre viene del mar Mediterráneo y que mi corazón está en los suelos que conocemos como Venezuela y México.
Hace tres días crucé la calle junto a dos hombres mayores. A quien le calculé casi ochenta años, tenía unas sandalias de una conocida marca extranjera que ahora muchos usan por ser muy cómodas. Su compañero, unos diez años más joven, llevaba unas alpargatas (un calzado típico tanto de Venezuela como de otras naciones latinoamericanas, también usado en España y en Francia). Qué bonito es conservar nuestras costumbres y qué maravilloso es hacerlo sin darle la espalda a lo otro que también nos corresponde. Todo es de todos. Nada es original. Nosotros mismos somos el resultado de mezclas: en mi caso, hasta donde sé, también tengo raíces turcas y saudíes. No nos encasillemos. Valoremos lo nuestro (que también es de los demás) y no neguemos lo externo (ni mucho menos evitemos amarlo), ya que también nos pertenece.
Porlamar, 30 de agosto de 2012.

*"De aquí y de allá" aparece en el libro homónimo, de su servidora.

http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:186672

http://www.elmundodesdecolima.mx/index.php/editorial/dalai-el-laden/item/21335-vereda-anonima

Dalal El Laden Ghazaoui.


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