jueves, 11 de febrero de 2016

Los falsos amigos




Hace meses, en este espacio hablamos sobre los “falsos amigos”, es decir, las “palabras que, a pesar de tener significados diferentes, pueden escribirse o pronunciarse de una manera similar en dos o más idiomas”. En esa ocasión se mencionó que viajar a otro país casi siempre implica la necesidad de cambiar algunas palabras por otras, debido a que, aunque aquí y allá se pronuncien o se escriban igual, llegan a tener distintas acepciones (por ejemplo, en Italia, un casino es un burdel); citando a mi amigo escritor -quien me presentó a estos amigos nada verdaderos-, se describió el caso de que “parece que los chinos andan copiando a IKEA, y no solo se copian los muebles, también las instrucciones para armarlos. Es decir, que traducen del sueco al chino, y luego, para enviarlos a los países hispanos, al español. El resultado es tragicómico”.
            Hace días recibí un regalo muy especial: “El castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable” (Editorial Planeta, 2012), de Luis Piedrahita. “Todo lo que vas a ver en este libro es auténtico: los manuales de instrucciones, los folletos publicitarios, las listas de ingredientes… Todo procede de ese lugar tan poco céntrico y mal comunicado que se llama realidad. Son aberraciones reales que surgen de despistes reales, de malas traducciones reales y de matrimonios reales entre miembros de las mismas familias reales. Y no podemos enfadarnos. La realidad es excéntrica y hay que quererla así, con sus aberracioncitas. Habitamos un mundo donde hay bombones hechos a base de leche y tuercas, tés morunos que esconden saliva entre sus ingredientes o incluso cunas que te aconsejan atar un colegio de abogados del bebé”. Así empieza la introducción de esta obra donde los protagonistas son los falsos amigos, y ahora me permitiré transcribir parte de su prólogo, escrito por Marcos Mundstock (“Les Luthiers”, Argentina):
“Luis Piedrahita (…) vive de las palabras (…) lo peor, o lo mejor, de Luis es esa curiosa predilección por las palabras que se enferman, que adoptan un comportamiento patológico. Es una especie de investigador médico del lenguaje, un palabrólogo. Y también de su metafísica, un palabrósofo (…) Las atrocidades lingüísticas que el autor nos muestra con tanta gracia en envases, etiquetas o instrucciones ‘aclaratorias’ son desopilantes, una carcajada constante”.
A continuación leeremos un ejemplo de estos falsos amigos detectados por tan admirable autor, quien los ha reunido en este estupendo libro:
“Sandwich Maker
Sandwichera
Hyundai Corporation, Seoul, Korea
Instruction Manual
Manual de instrucciones
4. Lugar de Dont cerca de niños o de niños puede tocar al usar, el don’t permite a niños lo funciona!
5. Dont abre el armario de la manija al usar! Uso de Don’t él sin cualquier supervisión!
6. Dont funciona la aplicación con una cuerda o enchufe o se cae o se daña dañado de cualquier manera. Vuélvalo a la facilidad autorizada del servicio para la examinación, reparación o ajuste eléctrico o mecánico”.
Si quisieran compartirnos su experiencia con estos amigos falsos, enviándola a ladendalal@hotmail.com, con muchísimo gusto se publicaría en este espacio. Mil gracias por su atención. 

 
 
 


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