jueves, 22 de septiembre de 2016

Arabismos en el idioma español

En mi niñez llegué a pensar que todas las palabras del idioma español eran de origen árabe (mi lengua materna): mi papá, orgulloso de sus raíces, nunca perdió una oportunidad para explicarme de dónde viene “almohada”, “aceite”, “ojalá”... Ya en mi adolescencia empecé a dudar de la veracidad etimológica de uno que otro vocablo que él me mencionaba, sin embargo, eso no importaba ante su emoción, su amor con cada enseñanza.
    En esos años, al yo ver “Casarse está en griego”, terminé de comprender la pasión de mi papá por lo suyo: en uno de los personajes (justamente el papá, griego, de la novia) de esta película, noté un todo de mi padre. Ese querer, ese no olvidar, ese valorar de dónde viene uno, ese desear compartirlo es admirable.
    Me entristece saber de los que, por alguna razón (casi siempre incomprensible para mí), no les enseñan sus lenguas maternas a sus hijos. Siempre les agradezco a mis papás el habernos hablado -a mis hermanos y a mí-, desde recién nacidos, en el idioma de nuestros antepasados, por medio del que pudimos comunicarnos con nuestros abuelitos, que en paz descansen, y tener con ellos esa conexión que no hubiera sido posible al lado de un intérprete.
    Recordando las clases de mi papá, en esta ocasión me despediré con algunos arabismos (es decir, palabras derivadas del árabe, incorporadas a otra lengua) en español:
    -Aldea (de “addáy’a”): pueblo.
    -Ojalá (de “insha’Allah”): si “Allah” (Dios) quiere.
    -Zafio / Zafia (de “yafi”): grosero, desastrado, poco hábil.
    -Aceite: (de “az-zait”): el jugo de la oliva.
    -Embelesado / Embelesada (de “baliq”): aturdido, despistado, extasiado, abstraído.
    -Almohada (de “al-muhádda”): colchón pequeño para reposar la cabeza.
    -Arroba (de “ar-rub”): medida de peso equivalente a once kilos y medio.
    -Adobe (de “a tub”): ladrillo.
    -Adalid (de “ad dalil”): el guía.
    -Arre: interjección que se usa para animar el paso de los animales; proviene de “harrik”, imperativo del verbo “taharraka”, forma del verbo “harraka” (moverse, ponerse en marcha), que significa “¡muévete!”. Aún se mantiene como palabra propia del gremio de los taxis (en Egipto) y de los muleros (en Marruecos).


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