lunes, 16 de febrero de 2015

El calor abrió mis ojos y me impulsó a pararme, mas, segundos antes de dejar mis sábanas, recordé que el calor no venía de tus brazos y, triste, regresé a la cama.
En cama, aun con tus brazos lejanos, encontré la oscuridad bajo las sábanas y soñé que tus manos cerraban mis ojos; que tus manos temblaban entre las mías; que tus manos callaban mis labios, dándoles la lección: callemos para hablar lo que con palabras no dice el corazón.

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