El
calor abrió mis ojos y me impulsó a pararme, mas, segundos antes de
dejar mis sábanas, recordé que el calor no venía de tus brazos y,
triste, regresé a la cama.
En cama, aun con tus brazos lejanos, encontré la oscuridad bajo las sábanas y soñé que tus manos cerraban mis ojos; que tus manos temblaban entre las mías; que tus manos callaban mis labios, dándoles la lección: callemos para hablar lo que con palabras no dice el corazón.
En cama, aun con tus brazos lejanos, encontré la oscuridad bajo las sábanas y soñé que tus manos cerraban mis ojos; que tus manos temblaban entre las mías; que tus manos callaban mis labios, dándoles la lección: callemos para hablar lo que con palabras no dice el corazón.
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