lunes, 21 de noviembre de 2016

Gracias por su tolerancia

No sé tú, pero yo… Parece la letra de una canción, pero no, en este caso no se trata de ninguna melodía. No sé tú, pero a mí me deprime este tipo de actos. Cuando los vivo, me lleno de interrogantes que -sin respuestas, resignadas- terminan en otra pregunta: “¿Por qué?”.
Esta mañana, muy temprano, yo estaba feliz, ya que, al edificio donde vivo, llegó el agua. “Por fin, ahora sí, ¡a sacar toda la ropa de la cesta!”, exclamó mi gozo que, breves minutos después, no supo qué hacer al darse cuenta de que la lavadora acababa de dañarse. “¡No es posible!”. Llamé a uno de mis vecinos, quien, siempre servicial, me hizo el favor de revisarla y me indicó el nombre de las tres herramientas que ésta necesitaba.
Llego a la tienda y, al hacer el pedido, el vendedor -muy sonriente y con unos ojos muy despiertos- me pregunta si vendo mango.
-¿Mango?
-Sí, mango, así dice su blusa.
Callo, sí, callo, aunque creo que mi semblante le transmite mi pensar.
-Señora, solamente tenemos estas dos piezas.
Veo el precio, decido llevármelas y le pregunto dónde puedo conseguir la que me falta.
-La encontrará a seis locales de aquí. ¿Por qué no va y de una vez allí compra todo?
-¿Dejar éstas aquí y comprarlas allá? ¿Por qué? ¿Son los mismos dueños?
El hombre, ahora sin sonreír y con unos ojos -nada despiertos- que le huyen a los míos, responde:
-No, no son los mismos dueños. Se lo digo porque es probable que en aquella tienda tengan mejores precios.
Un escalofrío me recuerda que callo, sí, callo.
-Me las llevo.
-¿Las comprará?
-Sí.
-Sólo digo que sería bueno que preguntara en cuánto las tienen allá…
El hombre, al escuchar mi silencio, con la misma seriedad y los mismos ojos que le huyen a los míos, saca la cuenta y me indica la caja en la que me cobrarán.
Triste, pago y salgo del lugar. Siento un gran deseo de volver, de pedir hablar con el dueño, de contarle todo, sin embargo, callo, sí, callo, recapacitando en todo lo anterior.
“¿Por qué?”. No sé tú, pero a mí me deprime este tipo de actos.
Invitación:
¿A usted también le preocupa la pérdida de valores? Mándenos su caso a ladendalal@hotmail.com. Por favor, no callemos, insistamos, ya que, mientras más conciencias despierten, más cerca estaremos de lograr el cambio para bien que tanto necesitamos. ¡Gracias!


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