sábado, 22 de octubre de 2016

El tenor dice
y no digo nada.
El tenor calla
y lo digo todo.
El tenor sonríe
y lo lloro todo.
El tenor recuerda
y no recuerdo nada.
El tenor está con la pluma
y con la pluma también estoy
y escribiendo nos damos cuenta
de que,
callando
o sin callar,
recordando
o sin recordar,
hemos hecho una canción.
El tenor sonríe,
mas duda cantarla:
la sonrisa,
quizás,
llamará a la lágrima que
quebrará la voz.
El tenor ya no duda,
se levanta;
deja la pluma en la mesa;
sin ella,
canta.
Sigo con la pluma,
escucho al tenor,
escribo
y su lágrima,
que no quebró su voz,
aterriza
en su mano que tomo
para plasmar,
en mi lágrima,
esta última
(por hoy)
letra.


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